Kelly Rojas, comenzó a desarrollar su talento cuando estudiaba en el Colegio Santa Teresa, en Illapel. En el año 2000, ingresó a talleres de pintura, que se realizaban todos los sábados en Salamanca de forma particular. Estos cursos estaban a cargo del profesor Humberto Pizarro, quien guió a Kelly en el desarrollo de la pintura. Fue aquí, cuando la artista, comenzó a perfeccionarse no sólo en lo básico de la disciplina, sino que en paisajes y técnicas. Esto llevó a que Kelly decidiera estudiar Pintura en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar.

La artista, define su técnica como realismo mágico. Sin embargo, al pasar el tiempo y perfeccionar otras habilidades,  siente que su estilo es muy parecido al de Dalí, por su idea surrealista y figuras oníricas. Actualmente, la pintora considera como uno de sus mayores referentes a Guillermo Lorca, pintor chileno. “Me encantaría lograr lo que él hace, es un súper referente. No quiere decir que en este  momento mi pintura vaya por ahí, pero es un pintor que admiro mucho y que recomiendo que lo vean”, menciona Kelly.

La artista comenta que en sus inicios ocupaba mucho el croquis, lápiz y carboncillo. Sin embargo, cuando estudió en la Escuela de Bellas Artes en Viña del Mar, tuvo una compañera que le enseñó a ocupar Photoshop para poder realizar bosquejos. La artista considera que la tecnología facilita el camino de la creatividad. “Puedes probar formas, colores, figuras y así vas armando una composición de esa imagen. Por lo menos en el tema de la pintura, yo se que siempre trato de hacer varios “bosquejos” en forma digital. Lo mismo con el diseño en mosaico”.

Respecto a su trayectoria, Kelly postuló en conjunto con la municipalidad de Illapel a un proyecto de la Core en el año 2016, donde trabajó con diseños diaguitas personalizando la plaza de la localidad. En cada una de las bancas había un diseño propio de la zona. Posteriormente, en el año 2019 ganaron el proyecto Fondart, donde se realizó la obra llamada Peldaños Ancestrales. Esta escalera tiene un contenido patrimonial diaguita y contiene 173 peldaños. En ella ocuparon más de seis mil piezas, donde se demoraron en picar y pegar ocho meses. En total, fue un trabajo que duró diez meses aproximadamente. “En ese tiempo se podía trabajar con más gente. Habían diez personas trabajando acá y cada uno tenía su labor en cuanto al dibujo, corte y pegado. El resultado fue bien bonito, la gente se acerca harto, se toma fotos. Es algo que también llama al turismo”.